
Nuestro carisma procede de la profunda experiencia de Dios que el Espíritu Santo concedió a San Francisco de Asís, a quien, con una vida de total conversión a Dios en la oración y en la penitencia, dio respuesta a la invitación divina: “Francisco, repara mi Iglesia“
Nuestras primeras hermanas Sor María de la Luz de Cristo Crucificado, Sor Juana Méndez de San Felipe Neri y Sor María del Refugio Maldonado de la Preciosa Sangre, siguiendo el testimonio y la inspiración apostólica de nuestro Padre Fundador, participaron de estos ideales y nos los trasmitieron. Ellas, en actitud de permanente conversión a Dios, se dedicaron a restaurar la viña del Señor, destrozada por la persecución religiosa, sirviendo a los enfermos en los hospitales y en la educación cristiana a las niñas pobres.
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